Hoy, la Iglesia de la Santísima y Vera-Cruz, se ha convertido en un santuario de fe, emoción y solemnidad. El esperado besamanos, organizado con motivo del II Congreso de Hermandades y Piedad Popular, ha superado todas las expectativas, regalando a los asistentes una experiencia espiritual inolvidable. Bajo la cálida luz de los cirios y envuelto en el suave aroma del incienso y las flores, las imágenes se presentan como un auténtico himno visual a la devoción.
Las imágenes titulares, engalanadas con una delicadeza exquisita, ha sido el centro de todas las miradas y oraciones. Rodeada de flores cuidadosamente dispuestas y una iluminación que realza cada detalle de su belleza, la escena ha conmovido profundamente a quienes se han acercado a venerarla. La mezcla de tradición e innovación que caracteriza este acto ha creado una atmósfera única, capaz de tocar incluso los corazones más ajenos a estas celebraciones.
Uno de los elementos más destacados ha sido el impresionante palio que se ha montado para el besamanos de la Virgen del Rosario. Este magnífico dosel, ricamente decorado con detalles florales, ha enmarcado a la imagen titular con una majestuosidad sin igual. Cada pliegue del tejido, cada motivo bordado y cada flor dispuesta con esmero han contribuido a crear una escena que ha dejado a los asistentes sin palabras. No ha faltado quien, con lágrimas en los ojos, confesara sentirse más cerca que nunca de la divinidad al contemplar la belleza y solemnidad que esta imagen nos ha transmitido.
Por supuesto, no podemos dejar sin mencionar a Nuestra Madre y Señora de la Piedad, quien ha sido vestida con una delicadeza exquisita, logrando una estampa de una belleza cautivadora. Lo más destacado ha sido su singular disposición, sentada sobre una nube y cuidadosamente acompañada con flores, que ha regalado a los fieles una imagen inolvidable. Tampoco podemos olvidar al Cristo del Amor, quien, como siempre, junto a su Madre, ha formado una escena única, símbolo de fe, unidad y devoción que ha conmovido profundamente a todos los presentes.
La organización ha sido impecable. Cada detalle, desde la disposición del espacio hasta la recepción de los fieles, ha demostrado el esmero de la hermandad y la priostía por hacer de este día una experiencia irrepetible. El ambiente, cargado de fervor y respeto, ha sido un reflejo del compromiso y la fe que definen a esta comunidad.
Para muchos, este besamanos quedará grabado en la memoria como un acto que trasciende lo terrenal. Más allá de la estética y la solemnidad, ha sido una oportunidad para conectar con el espíritu, renovar la fe y compartir una tradición que sigue viva en los corazones de quienes la preservan.
En definitiva, este día no solo marca un hito en la historia de la hermandad de Arahal, sino también en el corazón de quienes han tenido el privilegio de vivirlo. Un testimonio más de cómo la devoción, la belleza y la tradición pueden converger para regalar momentos que perduran en el alma.




Fotos: Javi LM
Deja una respuesta